El brasileño Luís Carlos Tóffoli, conocido como Gaúcho, jugó un partido en Boca Juniors, el 9 de julio de 1991 en la final de vuelta de la temporada 1990/91 del torneo argentino, cuando Newell’s Old Boys ganó por penales en la Bombonera y se consagró campeón. En la década de 1990, Roberto Gaúcho, también atacante brasileño como Gaúcho, jugó en Argentina: nueve partidos y un gol con la camiseta de Huracán en 1995, tres años antes del debut en Grêmio de Ronaldinho Gaúcho, campeón de la Copa Mundial de la FIFA de Corea del Sur–Japón 2002. Renato Portaluppi, llamado por la mayoría Renato Gaúcho, nunca jugó en el fútbol albiceleste. Pero el entrenador del Fluminense que este martes enfrentará al Chelsea de Inglaterra en una de las semifinales del Mundial de Clubes FIFA 2025™ es acaso el gaúcho más argentino de todos.
Nacido en 1962 en Guaporé, en el estado de Rio Grande do Sul, al sur de Brasil, limítrofe con Argentina y Uruguay –de ahí que a los brasileños nacidos allí se los llame “gaúchos”, como a los viejos habitantes característicos de la zona–, Renato Gaúcho siempre dirigió a clubes brasileños desde su estreno como interino en 1996 en el Fluminense, al que entrenó en seis etapas, la última iniciada en abril. Campeón como DT del Flu de la Copa de Brasil 2007 –y de la Libertadores 2017 con Grêmio, en final ante Lanús, un club de Argentina–, Renato Gaúcho es un obstinado y fiel defensor del fútbol brasileño y sudamericano en oposición a Europa. “El fútbol, para quien lo conoce, es como andar en bicicleta. No se desaprende. Quien necesita aprender, tiene que estudiar, tiene que ir a Europa. Quien no, puede ir a la playa, sin ningún problema”, dijo en 2016, cuando era DT de Grêmio. Sus fotos en traje de baño en las playas de Brasil, en especial en las de Río de Janeiro, donde disfruta jugando al futvóley –en la modalidad 4×4 fue campeón del mundo en dos ocasiones–, son habituales. Durante este Mundial de Clubes, Renato Gaúcho dijo que Fluminense es “el patito feo” entre los clubes, comparándolo con los de Europa de mayor poder económico. Y apuntó: “Los europeos contratan a los mejores jugadores del mundo, pero con la actitud y la entrega nuestro equipo sabe defender”. En el grupo F, el Flu empató 0–0 ante el Borussia Dortmund alemán. Y en octavos venció 2–0 al Inter de Italia, subcampeón de la Champions League. Ahora deberá medirse contra el Chelsea.
El 26 de noviembre de 2020, en el triunfo 0–2 de Grêmio ante Guaraní de Paraguay por la ida de los octavos de la Copa Libertadores en el estadio Defensores del Chaco, Renato Gaúcho dejó una de las imágenes más icónicas durante las horas posteriores a la muerte de Diego Maradona, el día anterior. El entrenador dirigió con la camiseta N° 10 de la selección argentina con el apellido Maradona en la espalda. “Ponerme la camiseta que perteneció a Maradona fue la forma que encontré para homenajear a un amigo que me regaló el fútbol –dijo Renato Gaúcho luego, en la conferencia de prensa–. Fue un gran amigo que perdí. Tuvimos momentos maravillosos juntos. El mundo perdió a un genio, a una leyenda. Lo hice con el corazón y estoy muy feliz con la respuesta positiva del pueblo argentino. Para mí, Maradona es eterno. Voy a poner esta camiseta en un cuadro y colgarla en la sala de trofeos de mi casa. Para mí, Maradona nunca morirá”.
Como futbolista, Renato Gaúcho ganó la Libertadores y la Copa Intercontinental en 1983 con Grêmio (en la final de la Intercontinental en Tokio marcó los dos goles en el 2–1 frente al Hamburgo de Alemania). Con Brasil disputó la Copa Mundial de la FIFA de Italia 1990. Pero jugó apenas seis minutos, durante los octavos de final ante Argentina en Turín, cuando Brasil fue eliminado por el gol de Claudio Caniggia para el 1–0 final después de una apilada y un pase al filo de Maradona.
El entrenador que configuró el pensamiento de Renato Gaúcho como DT fue Valdir Espinosa. Juntos ganaron la Libertadores y la Intercontinental con Grêmio en 1983. Pero antes, Espinosa había recomendado su contratación a Grêmio, ya que lo había hecho debutar como profesional en el club Esportivo de Bento Gonçalves en 1979. La sociedad Renato Gaúcho–Valdir Espinosa se repitió en otros clubes, incluso fuera de la cancha. Trabajaron juntos –Renato como entrenador y Espinosa como segundo– en Fluminense y en Vasco da Gama. También se reencontraron en Grêmio, cuando Espinosa fue contratado como director deportivo (el club levantó la Copa de Brasil 2016). “Siempre fue una persona presente en mi vida, incluso después de dejar de jugar. Fue fundamental”, sostuvo Renato acerca de Espinosa, de quien absorbió conceptos y enseñanzas. “El fútbol es una lucha por espacios, y quien mejor y más rápido los ocupa, gana”, solía decir Espinosa, un referente también para Alejandro Sabella, a quien dirigió en Grêmio. Sabella fue el entrenador de la selección argentina finalista en el Mundial de Brasil 2014, en la derrota 1–0 ante Alemania en el Maracaná.
Armador de equipos duros, tácticos y pragmáticos –el Flu del Mundial de Clubes planta línea de cinco defensores–, Renato Gaúcho corre del centro de la discusión futbolística a la posesión de la pelota. Alguna vez explicó a su estilo, entre carismático y extrovertido: “Voy a contar una historieta sobre la posesión de la pelota. Había un tipo que salió con una mujer bonita y la llevó a cenar. Fue a una cena a la luz de las velas, conversaron bastante. Salieron del restaurante, fueron a la discoteca y se quedaron hasta las 5 de la mañana. Habló muchísimo con ella. Entonces, en la discoteca, llegó un amigo mío, habló con ella durante 15 minutos y se la llevó al hotel. ¿Se entendió la moraleja? Mi amigo ganó el juego”. El Fluminense de Brasil sobrevive como único representante de Sudamérica en el Mundial de Clubes, en semis entre europeos. Quizás algún día Renato Gaúcho dirija a un club argentino. “Gaucho”.