El conjunto de César Torres se impuso por 1-0 ante Francia en el partido por el tercer puesto e igualó su mejor actuación en una Copa Mundial Sub-20.
El bronce que brilla en el pecho de cada colombiano en el Estadio Nacional Julio Martínez Prádanos tiene el color del oro. Las lágrimas del miércoles se transformaron en sonrisas de sábado por la tarde para una Tricolor que disputó el partido por el tercer puesto como si fuera una final, su final. Con la rápida aparición de Oscar Perea, elegido como el mejor jugador del encuentro, el conjunto sudamericano encontró la ventaja a los dos minutos y la sostuvo casi sin sobresaltos hasta un cierre en el que el travesaño le hizo un guiño para impedir el empate francés.
Cicatrizado el dolor por la derrota en la ajustada semifinal ante Argentina, la tristeza por el desenlace y la frustración por un traspié que sentían como un fracaso quedaron sepultadas para construir una nueva ilusión. Ahora volverán a casa, cada uno a sus respectivos clubes, con un premio que había alcanzado hace 22 años en el certamen de Emiratos Árabes Unidos tras vencer por 2-1 a la Argentina.
“Con el tiempo se valorará mucho más -reflexionó César Torres ante FIFA-. Hace más de veinte años que Colombia no llegaba al tercer lugar. Es una instancia que no frecuentamos tanto. Para muchos no es nada, pero para nosotros es mucho, aportamos al camino de que nuestro fútbol siga compitiendo a alto nivel. Nos vamos muy felices por el comportamiento dentro y fuera de la cancha, fuimos ejemplo fuera y dentro, con carácter y personalidad, siempre fuimos a buscar cada partido”.
No es sencillo cambiar la mentalidad tras la decepción. Colombia había llegado a Chile con el objetivo de ser campeón del mundo por primera vez y sus actuaciones habían aumentado la ilusión. Incluso el trámite ante Argentina, donde la Tricolor completó un gran primer tiempo y convirtió al arquero Santino Barbi en figura, sumaba argumentos para cumplir con el sueño pero el gol de Mateo Silvetti estropeó sus planes. Enfocarse otra vez para jugar otro mano a mano ante una selección siempre protagonista como Francia requiere de una recuperación anímica repentina para jugadores tan jóvenes.
“Hicimos algunas cosas. Los sacamos del hotel, cambiamos el ambiente, hicimos una charla con el psicólogo que ha sido valiosa, tuvimos charlas individuales -reconstruye Torres-. Animándonos porque han hecho un gran trabajo y no puede tirarse todo por la borda por un partido. Merecíamos irnos como nos vamos a ir: felices con un resultado, porque la vida es de resultados. No es el título, pero este tercer lugar es meritorio. Nosotros no somos de vivir estas instancias comúnmente”.
Además del bronce, para Torres es indispensable su participación mundialista para darle rodaje a una “gran camada de jugadores de fútbol que ojalá estén en la absoluta en poco tiempo”: “Se llevan saber competir con la camiseta de la selección. Eso se lo llevan tatuado de Chile, además de una medalla que nos va a conectar por el resto de nuestras vidas. Cada vez que vean la medalla, se van a acordar de cada uno de ellos y de todos ellos. Se llevan el valor agregado de saber competir con la camiseta de la selección”.